Pasajeros en la noche, en ese estado que media entre
la vigilia y el sueño. Doscientos veintisiete sueños multirraciales que pasaron
del cielo al fondo del Océano Indico entre Asia y Oceanía.
En algún lugar del desierto del limo marino reposan todos,
desaparecidos, sin distinción de sexo, raza y condición. Allí no llega el
whatsapp ni los todopoderosos ojos de los satélites. Los seres humanos que
asistimos expectantes a las noticias, volvemos a recibir otra lección, volvemos
a sentirnos pequeños con este acontecimiento.
El espíritu de los tripulantes, con toda su consola
de ordenadores, interruptores y botones, se habrá unido al de tantos marineros
que vagan cada día y cada noche acompañando los rizos de las olas.
En la escuela había mapas en la pared, un mapa de
España y Portugal, con las regiones de entonces, siempre me resultaba llamativo
la distinción de Castilla la nueva y Castilla de vieja, me pregunto todavía en qué
consistía esa edad Regional, cuál era el límite de “lo Nuevo” “lo viejo”. El
otro mapa, un mapamundi como una naranja dividida en dos mitades, a la
izquierda América y a la derecha España, África, y el resto una nebulosa para
mí. Un buen día dejé de verlos, cuando fui al Instituto.
He tenido que buscar varias veces en Google maps
para mirar a vuelo de pájaro ese lugar del mundo que cada día se mostraba ante mí
en la pared de la escuela, al que nunca presté atención, nunca sentí esa
necesidad, ya me parecía lejano Madrid, como para entender que era y donde
estaba Oceanía.
Mapas, espacio, tiempo, clases de Geografía, los
ríos de España, las Cordilleras, las provincias, y los trópicos, de Cáncer y de
Capricornio hacía donde se dirigía el vuelo.
Líneas imaginarias como las fronteras, como la
división del mundo con la raya trazada a 370 leguas al oeste de Cabo Verde para
asignar el mundo. Oriente para Portugal y Occidente para España, así se
repartían los terrenos a conquistar, todo por conocer, todo por explorar.
Hace 500 años apenas, New York no estaba en el mapa,
ni Sao Paulo, ni Buenos Aires, ni Lima, ni Santiago,,,,,, América estaba por
venir y fueron cascarones de nuez los que hicieron ese milagro. Asia y Brasil
estaba reservado a Portugal y sus cascas de noz.
Pilotos, cartas náuticas, los mapas de la pared y
ahora Google maps, tienen algo en común, solo miran la superficie, el fondo de
las personas y del mar todavía es un misterio,
Cinco siglos después con este suceso volvemos a ser
el ser humano lleno de cuestiones, el mundo todavía acaba en Finisterre.
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