domingo, 28 de septiembre de 2014

Cuentos del 1 al 5

Cuentos

1 Regalos

El parto se espera de un momento a otro, se prolonga durante la madrugada y llega con las primeras luces del dia.

El bebé llora en el ocaso del verano, lo cogen brazos somnolientos que hacen esfuerzos para no cerrar los ojos.

La mañana trae regalos,  un gorrión que ha caído de un nido, presagio de alas para volar, un paquete de caramelos para endulzar el futuro.

Su llegada es un vacío acompañado de ruidos y nuevas sensaciones, protesta para que el calor de un cuerpo cansado le permita recordarlos un dia.

2 Parra

Las ramas y las hojas de la parra se extienden por los alambres, protegen del sol abrasador.

Los racimos maduran y entre las uvas rojas avispas acróbatas que turban el placer del fruto y la sombra

3 Jazmín

El tronco es grueso y entrelazado, asciende por la pared y se aferra a ella, se extiende por un laberinto de alambres cubriendo la salida de la puerta al patio.

La bombilla con su brillo amarillento difumina las caras detrás de palabras en la penumbra, diálogos,,, Sillas, charla, pronto las patas de madera se arrastran perezosas y estridentes por el suelo.

El interruptor de llave de madera gira sobre la porcelana, se apaga  la luz artificial que enciende la noche.

Obscuridad y aroma de jazmines dan cuerda a los sueños.


4 El pozo

Un brocal tapado con tablas, una polea, un cubo colgando.

Se aúpa y entre las rendijas oscuras espera a  que sus pupilas descifren esa boca de misterio.

Abajo  un espejo refleja  un rayo de luz y las siluetas de limones  que flotan recuerda que el agua los ha indultado de morir desangrados en un plato, esperan, esperan,,,

5 La vuelta

El sonido de la cerradura ilumina la imaginación del niño que abre una caja de sorpresas. En cada golpe de llave se repite la misma pregunta ¿ Estará todo igual, habrá cambiado algo ?. La puerta se abre y una bocanada de familiaridad escapa de los muros huérfanos hasta ese momento.

Detras quedan caminos, lugares, otros soles y otras lunas,  vuelve la sensación de estar sobre seguro, pisa un terreno conocido, le recorre la sensación de encontrarse en un lugar seguro...

Vuelve a ser novedoso abrir un grifo, sentir el agua correr, y con ella retornan los rumores que le dicen al oído que el mundo espera otra vez, que las paredes solo son un transbordo.

La maleta deja escapar recuerdos agradables y antes de que la abandone quiere reponerlos con otros horizontes.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Las casas

El sol y la luminosidad del mediodía los llevo asociados a recuerdos que van y vienen, que se recrean dentro de mi imaginación, duendes de mi espíritu, azul que colorea el cielo y luz que inunda los rincones.

Invierno frío con el mismo encanto. Intramuros, las calles estrechas, casas antiguas, remozadas, olvidadas, en ruinas, algunas en venta, donde es difícil que circule un coche y donde las escaleras al piso superior se harán una barrera infranqueable por la edad. 

La casa solo tiene que esperar ... Y su huésped sucumbirá a la dificultad de sus rodillas y tendrá que abandonaría.

Se cerraran puertas, postigos y persianas y las habitaciones quedaran ciegas, con suerte, a veces se colará un rayo de sol a través de alguna rendija y la penumbra quedará rebanada momentáneamente 

Pomos, cerraduras, enchufes, grifos, interruptores quedaran ociosos, como un soldado recién licenciado que no sabe donde ir.

Balcones que sostuvieron en su dia macetas y adornaron la calle serán como las siluetas de barcos abandonados, oxidados en el mar de Aral. Casa y mar abandonados a su suerte.

En el interior vagaran momentos vividos en ese espacio, el solar que fué un dia, arrebatado a la naturaleza, donde ya no crecerán la amapola, el diente de león, ni la malva.

Los primeros albañiles que horadaron la tierra para levantar los cimientos, levantar muros, poner el tejado, tabiques, y los fontaneros, los carpinteros ... Electricistas mas tarde..., actores del de una pieza de teatro cuya continuación y final está por escribir.

Muebles llegados en un carro tirado por un burro o mula con andar cansino moviendo orejas y rabo para espantar las moscas que le molestan.

Camas, mesas, mesitas, armarios, ropas, ... Y el alma de la casa, sus habitantes por fin. 

Ecos del silencio que se quebraba al levantarse sus moradores, abuelos, padres, nietos, abuelas, madres, nietas,,, El sonido de un viejo despertador, grande muy grande o simplemente el inexplicable rayo de luz que iluminaba la estancia y ponía en fuga a las tinieblas.

Crujir de maderas, muelles, muebles, pisadas de puntillas, pies sobre un  suelo helado.. Y pronto el vapor de la cocina, olor a leche hirviendo, a café, a pan tostado, a aceite, a sal, azúcar, Cola Cao y ruido de cucharillas.. ¿Puedes dejar de hacer ruido?, los cristales empañados por el vapor...

La cerradura que obediente hace ceder su resbalón y una puerta que se abre, y alguien que se va para volver, al trabajo, a la compra o a la algarabía del cortejo que cada día improvisan los colegiales para ir a la escuela.

Momentos de silencio, escobas que recorren los suelos, cubos de agua que los lavan, primero con trapos, de rodillas, luego con fregonas. Tabla de lavar, ropa que se retuerce entre jabón y agua... Un puchero que exhala vapor como una locomotora que recorre el horizonte de la casa de Norte a Sur, de Este a Oeste atracando finalmente en la bahía de la puerta desde donde el viandante adivina lo que se va a comer, potaje, sardinas, estofado, calamares,,,,

Charlas, risas, ir y venir, ruido de platos que se chocan y se posan sobre la mesas, cuchara, tenedor y cuchillo si es el caso... Sorbidos de sopa, ruidos de cubiertos que recuerdan el de las las espadas de un duelo en un cine de verano, la miga del pan que cae sobre el hule, las mondaduras de fruta, la eclosión de una cascara de naranja que dispara un churrete a la cara de quien la manipula entreabriendo los ojos .... Manos con olor a mandarina y alguna que otra ocasión un "esto no me gusta".

Una cabalgata que continúa para sumergir platos y cubiertos al lebrillo o al fregadero donde se incorporan la olla o la sartén. Hule que se frota, brillando la humedad del agua y más ruidos en la cocina, paños embebiendo el agua que dejan los cacharros sobre ellos y mientras tanto cada uno a lo suyo otra vez,  Alguna cabezada al calor del brasero, la tarde se apodera de la estancia, el sol se apaga .. Y poco a poco se va encendiendo alguna que otra bombilla.

La puerta ha asistido a la salida cabizbaja de los colegiales que añoran irse a tomar el sol y oír el trinar de los pájaros en las empedradas eras. Vuelta a la escuela mirando de vez en cuando para ver como va oscureciendo el dia y soñando como seria una carrera detrás de la vieja pelota que se esconde en el zaguan.

La puerta de la casa vuelve a ser la entrada al redil y otra vez el trajín, los murmullos, las confidencias, risas, y pronto llega la cena, mas sencilla pero no menos animada que la comida, batir de tenedores sobre un plato, olas de espuma que se convierten mas tarde en tortilla y todo se aletarga, se hace mas lento.

La radio emite el diario hablado, noticias de Su Excelencia, sucesos en países ignotos, que ni siquiera aparecen en el mapa que cuelga en la pared del colegio y discos dedicados a Pablito que hace la primera comunión de sus abuelitos,  a Loli en el dia de su cumpleaños de su novio Andrés, y a Ramón que se va al Servicio Militar, y cada dia las mismas canciones que cambian de destinatario, pero no de paredes y los muros se alicatan de notas musicales, coplas, boleros y con el tiempo algún ritmo yeye. Estrofas que un dia se tararean dando patadas a una lata vacía.

Placer de rememorar canciones que en algún momento se escucharon, luego recordadas  en la oscuridad de una carretera. Constatar que probablemente la felicidad en sentido puro es el sentimiento de ausencia de plenitud, de algo que uno desea satisfacer íntimamente, algo con lo que sueña y que está por llegar.

La noche se hace mesa camilla y brasero, el relax de la calceta, el punto de cruz, pelado de habas, limpieza de lentejas, arreglo de alcachofas, bordados o remiendos. Siempre historias, la abuela una buena narradora se torna trovadora de noches de insomnio, historias de momentos que vivió, que ahora son su soporte  ......    

Todo es ya silencio, se puede oir el vuelo de las moscas, puede que todavia quede algún mosquito que se moviliza un safari improvisado y una vez reducido todo acaba arrancando la hoja del taco del calendario con el santoral, la hora de salida y puesta del Sol.

Las sabanas húmedas y calladas dispuestas a albergar pieles de todas las edades para fundirse en una lucha por encontrar el calor en el silencio y la oscuridad de la noche. Paredes que saben de deseos, placer, llantos y mortajas. 

La puerta que vio salir a colegiales, marineros y misioneras de primera comunión, novios, novias, cadáveres, niños, médicos, practicantes, vendedores ambulantes, afiladores, hortelanos, vecinos, amigos, amigas se queda muda, ya solo verá a algún agente inmobiliario y tal vez será víctima de una piqueta para acabar en la muerte de una fogata o en la bancada de un carpintero que la transforme.

Casa y habitantes se separan y ese buen día los recuerdos se quedan encerrados y cada uno va llevando consigo su parte. Casa y moradores, cómplices que superan cualquier otro concepto.

Complace sumergirse en ese mundo interno, es como mover una copa de buen vino, olerlo, saborearlo y después beberlo.

Vuelvo a renacer con este sol y el azul único que acaricia mi corazón de invierno. La vida continua mientras hay recuerdos, deseos, sueños y complicidad